La cantante neozelandesa de pop, Lorde, lanza su esperado 4to álbum, Virgin, un regreso a forma después del extremo desvío sonoro de su disco previo. Para el regocijo de muchos de sus fanáticos, la artista presenta un regreso a la estética electrónica que la caracterizó en sus primeros 2 discos, algo que personalmente puedo apreciar muchísimo.
Y es que en su disco anterior, Solar Power, la cantante presentó canciones basadas en simples guitarras rasgadas, un cambio bastante drástico a lo que había venido haciendo. Personalmente, como enorme fan de sus primeros discos, Solar Power me causó bastante decepción, al igual que a muchos de sus otros fanáticos alrededor del mundo.
Siendo ese tercer disco tan polarizador y no tan bien recibido, no es sorpresa este regreso en Virgin a su estética sonora tradicional basada en sintetizadores y demás instrumentos electrónicos.
En general, Virgin es un disco que me suena musicalmente minimalista, con una fuerte presencia de pads sintetizados como base de las canciones. En este sentido me recuerda mucho a Pure Heroine, el primer disco de Lorde. Debo decir que aunque aprecio el regreso a su sonido original, me hubiera gustado más escuchar una evolución musical en un sendero electrónico.
Creo que lo mejor de Virgin son las melodías vocales. Tan únicas. Tan Lorde. Y además la entrega y la intensidad de la cantante en su ejecución.

Las letras son bastante elaboradas, algo que no es ninguna sorpresa. Escribir letras bien pensadas y altamente personales ha sido una de las fortalezas de la cantante, y siempre con ese toque pícaro, sarcástico, hiperrealista e introspectivo que la caracteriza.
Si en sus primeros discos, Pure Heroine (2013) y Melodrama (2017), las letras estaban basadas en sus experiencias y observaciones como adolescente, esta vez nos encontramos con el reflejo de la vida de una mujer adulta, con sus respectivas temáticas actualizadas, una perspectiva absolutamente femenina, y sobre todo alejadas de la vieja inocencia adolescente.
Hay recurrentes momentos donde ella expresa haber crecido y haberse encontrado a ella misma, dando a entender que la forma en cómo ella se presenta en el disco es como ella ha sido siempre (Hammer, Man of the Year, GRWM). Además, aparecen experiencias con drogas (What Was That) y también bastante promiscuidad (Shapeshifter, Current Affairs).
Esta última temática creo que es tan importante para Virgin que hasta aparece implícita en la portada del disco, donde se muestra una imagen de rayos X de una pelvis femenina con un DIU. Lorde comenta que los rayos X también simbolizan la transparencia con la que ella se expresa en el disco, algo bastante evidente al leer las letras. Quizás hasta demasiado.
Aunque me considere un enorme fanático de Lorde, debo decir que no me veo retornando a escuchar Virgin en el futuro. Si bien el disco es un regreso a forma que puedo apreciar, las canciones tienen algunas temáticas, además de cierta crudeza o frialdad, con las que personalmente no me identifico y hasta me hacen sentir un poco incómodo, tal como el consumo de drogas, la hiperpromiscuidad, y el énfasis en presentar una perspectiva femenina. En general Virgin es una experiencia que me provoca una sensación inquietante.
Creo que además de todo, muchas veces me pareciera como si Lorde estuviera tratando de hacer musicalmente un cover de ella misma en su época de Pure Heroine, con un resultado que a veces suena forzado, no tan original y ocasionalmente aburrido.
No obstante, debo aceptar que me dio gusto escuchar la voz de Lorde y sus típicas melodías vocales, las cuales son inconfundibles. Especialmente porque todo está envuelto en su tradicional estética musical electrónica.
Solo por esto vale la pena darle la oportunidad a Virgin, al menos unas cuantas veces. Aunque debo aceptar que al llegar al final de sus 35 minutos de duración, me siento un poco aliviado de alejarme del sentimiento inquietante con el que me deja, y siento un enorme deseo de correr a escuchar las canciones más bonitas, elaboradas e inocentes de Melodrama.
Creo que Lorde siempre ha sido una artista auténtica, tanto en su era inicial como ahora, y simplemente sigue mostrando quien ella es. Tómalo o déjalo, es claro que ya no es la adolescente que conocimos. De angustia juvenil a caos adulto, su constante, su esencia, sigue siendo su sinceridad y transparencia.