Reseña: Sleep Token – Even in Arcadia

La banda inglesa de rock, Sleep Token, tiene mucho a su favor para cautivar la imaginación del público: un sonido musical particular; la mitología interna de la banda como un “culto al dios Sleep”; su apariencia encapuchada en los conciertos; y por supuesto, su misterioso anonimato.

Aún así, tras escuchar varias veces su nuevo disco, Even in Arcadia, con la idea de desenmarañar el misterio que es Sleep Token, he concluido que no hay mucho misterio: la banda es más apariencia que sustancia.

Es un caso de sobrecomplicar las cosas para que parezcan más profundas de lo que son. En la música de Sleep Token, esto se nota en que todas las canciones siguen una fórmula similar: introducen, de forma abrupta y casi al azar, una nueva parte tras otra, a veces de géneros muy diferentes. Los resultados son inconsistentes y, en la mayoría de los casos, parecen experimentos musicales fallidos.

Generalmente estas partes tienen un sonido genérico de pop, metal, trap, rap, y muchos otros géneros, todos marcados por un intento fallido de musicalidad, que solo demuestra la inmadurez e ineptitud como compositores de la banda. Lo mismo con las letras, que constantemente se acercan a ser letras cursi de amor adolescente, interpretadas con una melodía vocal que me recuerda líneas vocales usadas en la música emo o en bandas como Coldplay o Imagine Dragons.

Esta mezcla de partes musicales al azar con sonido genérico tienen su máxima expresión en la canción Caramel, donde la banda utiliza el ritmo típico de la música reggaetón, sobre la que Vessel, vocalista principal, canta una letra de carácter romántico, sugiriendo a su objeto de amor que “se pegue a él como caramelo.”

Tengo que aceptar que hay algunas partes del disco que me gustan, pero que pronto me decepcionan. Nunca parece haber un desarrollo de la temática musical en curso, sino que simplemente la banda salta de forma abrupta a una nueva idea que no necesariamente es tan buena ni tiene sentido musical en relación con lo previo. Y todo vuelve a lo mismo, una cansada y repetitiva fórmula, que creo que cautiva a algunos fanáticos más por el misterio que la banda proyecta que por méritos musicales como tal.

Realmente no sé cuál es el público a que la música de la banda está dirigida. ¿Un público “Artsy”? ¿Metalero? ¿Emo? ¿Gente mentalmente inestable a quienes les resuenen los súbitos cambios incoherentes de estilos musicales en cada canción? En su intento de abarcarlo todo, Sleep Token no profundizan en nada.

Como señala Pitchfork en su reseña de Even in Arcadia: “el disco ofrece principalmente un pop-rap desinfectado con todo el brío sensual de Droopy, el perro. Su torpe mezcla de pop genérico y metalcore de moda es a la vez cursi y aburrida: un páramo vacío donde la alegría, la emoción y la intriga —sensaciones que todo buen metal y pop deberían evocar— van a morir.”

En Sputnik, por su parte, critican: “a pesar de su producción hiperplástica, este disco expone la incompetencia de Sleep Token a un grado sin precedentes. Even in Arcadia es como imagino que sonaría una canción de Adele sin un gancho. En términos simples, Sleep Token no sabe cómo escribir una canción atractiva, ya sea con o sin depender de cambios bruscos de género.” Y rematan: “Sleep Token ha demostrado de manera concluyente que son compositores completamente incompetentes y todo aquí es casi ofensivamente aburrido.”

Personalmente, concluyo que, con una duración de casi una hora, escuchar Even in Arcadia es un compromiso cansado y poco recompensante. No puedo recomendarlo. Incluso si se busca entender la razón que ha llevado a Sleep Token a encabezar grandes festivales de rock, probablemente nadie encontrará en este disco satisfacción musical alguna. Pasadlo por alto.

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